No tardó mucho en llegar la lluvia. Gran parte del recorrido por la isla Norte estuvo dominada por los cielos grises, la lluvia y el viento huracanado. Sobra decir que el viento era de cara, y es que en Nueva Zelanda el viento predominante es de SO.


El paso a la isla Sur no mejoró las cosas, al contrario. A la altura de Nelson cayó el diluvio universal, provocando que los ríos se desbordaran y las carreteras debieran cerrarse durante varias horas…como en Murchison…

Camino a Nelson hay un par de puertos. Diluviaba. Viento huracanado. A duras penas podía mantenerme en pie. Pero estaba decidido a seguir. Subiendo el puerto me pararon 4 caravanas y una patrulla de la policía. Todos me invitaron a llevarme. Me miraban con lástima. A todos les dije que no, iba a coronar el puerto si o si. Lo corono. “Ahora me dejaré caer poco a poco”, pienso, pero ocurrió lo que nunca antes había experimentado. El viento era tan fuerte que apenas conseguía avanzar. “Cuesta abajo y tengo que ir en molinillo?” …
Al poco para Tim, un escultor inglés. Abre el maletero de su 4x4. Me para y sin decir más me dice: “venga, adentro”. Entro derrotado pero es lo más sensato. La calefacción del coche es un milagro. “Yo también fui ciclista y una vez en Grecia sufrí este tiempo, sé lo que es por eso te he obligado a meterte en el coche…”, me dice…Gracias Tim.
Día tras día lloverá y ni siquiera el arco iris me consuela…

… porque lo que más me jode es tener que ir con un poncho, un casco que me va pequeño, poner cara de panolo y encima, sonreír. Qué he hecho yo para merecer esto?

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